Bueno, bueno, bueno…primera semana navideña, ¡¡¡superada!!! Buff, no sé vosotr@s, pero yo ya estoy agotada. Carreras y más carreras, cuadrando agendas para poder estar con todo el mundo…una copita de vino por aquí, una cervecita por allí, un cafelito aunque sea rápido….y de pronto te das cuenta de que, literalmente, no tienes ni días, ni horas para disfrutar de la Navidad.
Todos los años me pasa lo mismo, siempre me digo: «este año no me coge el toro, lo voy a hacer todo con antelación, para poder estar tranquilita y disfrutar de estos días»… ¡pues leche pá mí! Un año más, me ha cogido el toro, la vaca, la mula, el buey y toda la granja. Estoy hasta arriba, y voy a tener que dejar por hacer mil cosas.
Muchas veces me paro a pensar, si realmente es esa la esencia de la Navidad, si eso es lo genial y lo mágico de ella, lo que me engancha y me fascina, si es esa la tradición más Navideña…la de correr y correr, la de querer hacerlo todo, y al final no hacer casi nada, la de hacer mil y un listados de cosas por comprar, hacer malabarismos con el tiempo, porque no puede faltar esa cervecita con la gente a la que quieres, la de adentrarte en el Corte Inglés a las 7 de la tarde del día 24, con ese toque de locura que hace falta para eso, fruto de la tarde de cañitas que llevas con tus amigos, y emprender una batalla épica, digna de novela de Tolkien, para comprar ese último ingrediente que se ha olvidado para la cena, y que por supuesto, no habíamos tenido tiempo de comprar hasta ese mismo instante….tu madre llamándote: «¿tardáis mucho?»,»no mami, ya vamos»…llegar a casa y ver que el jamón te está esperando para ser cortado, que tu madre está como las locas, porque cada año le parece que hay mil cosas por hacer, cuando en realidad solo hay que abrir la mesa kilométrica del salón, cuya función en la vida no es otra que esa, la cena de Navidad.
La mesa repleta, que te da angustia con solo mirarla, aunque ese malestar se te quita cuando piensas en los tuppers que te llevarás para casa…comer, comer y comer… ya piensas, «no puedo más», pero sin saber por qué, tu mano, con vida propia, vuelve a alejarse de ti, y coge otra lasca de jamón… «madre mía, esto no tiene remedio…¡¡¡que alguien aleje esa bandeja de mi, por favor!!!»
Y ya por fin, alguien se digna a levantarse y empezar a despejar la mesa…pero no mejora nada, porque lo que viene es el postre… y ya es cuando piensas: «¡Dios! Esto es engordar para morir»…y entonces, tu padre saca la guitarra, y ahora sí que sí, el espíritu navideño nos posee a todos y cantamos a voz en grito «Las 12 palabras de Moisés» tradición que, año tras año, nos hace ver que cantamos horriblemente mal…y después de todo esto, te quedas repanchingada en la silla, agotada, saciada hasta el límite, escuchando a unos y a otros y piensas… «pues si que mola esto de la Navidad».
Seguid disfrutándola, y coged fuerzas, que vamos a por Fin de Año.
Nos vemos en los #21diasdenavidad
4 Comentarios
Ay qué bueno!! De verdad que me siento exactamente igual! De hecho le estoy cogiendo un poquito de manía a la Navidad, la obligación de los regalos, qué le compro a mi padre que nunca quiere de ná, los niños totalmente sumergidos en una fiebre consumista de «lo quiero todo» , los mayores corriendo de un lado para otro, los atascos, las colas, las compras de última hora… ojú! qué jartura! (que dirían en Sevilla)
Yo llevo dos días escondida en casa abtrayéndome del espíritu navideño y cogiendo fuerzas para lo que queda, jeje!
Abrazo!
Jajaja, por eso digo Yolanda…creo que, si nos paramos a pensar, es esa la esencia de la Navidad, porque por más que lo intento, no consigo vivirla de otra manera, jajaja. Besazos mi niña, y respira, que ya solo queda el último round.
Perfecta descripción de la Navidad
Felices Fiestas y preciosas fotos!
Un beso
Lola
Muchísimas gracias Lola Un fuerte abrazo preciosa.