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21 días de rutinas – Parte II

Segunda semana de rutinas y, la verdad es que, ya las veo de otra manera.

En el post de la semana pasada, os estuve contando, lo importantes que son para mí las rutinas…y no es que haya cambiado mi opinión sobre ellas, pero en esta semana, ha pasado algo, que me ha hecho recapacitar, sobre la necesidad de ir añadiendo pequeñas pinceladas de locura, planes imprevistos y situaciones inesperadas, en el día a día.

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En estos días, he tenido la visita de alguien muy especial para mí; mi hermana de corazón, aunque no de sangre, ha venido por fin a verme (por desgracia, ahora la tengo viviendo lejos) y, entre otras cosas, decidimos salir el viernes por la NOCHE… si, si, NOCHE!!! Esa franja horaria que hace cientos de años que no vivo de otra manera, que no sea en los maravillosos brazos de Morfeo. Pues sí, con la euforia del momento y la felicidad extrema de tener aquí a mi pequeña, me lancé en un SI rotundo, ante la propuesta de tirarnos un juergueteo nocturno pero, rápidamente, mi cuerpo empezó a mandarme señales inequívocas, de que no le hacía ni pu..a gracia el plan.

Preparamos una cenita en casa, con la idea de salir después a quemar la noche, y ahí fue donde mi cuerpo, comenzó a intentar dejarme claro, que se oponía totalmente al plan que yo tenía preparado para el…empezó a enviar mensajes al cerebro que decían… “ponte el pijama… pijamita… babuchas calentitas… peliculita y mantitaaaa”…bufff, mi lucha interior era poco menos que la de Frodo para defender el Anillo…pero bueno, con ayuda de las charlas y las risas, conseguí abatir un poco esos indeseables mensajes y continuar con el plan trazado. Terminamos de cenar, y nos dispusimos a salir…con toda mi buena fe, hice el intento de ponerme un taconazo, pero sentí que mi cuerpo, era capaz de tumbarme de inmediato, si tan siquiera ponía un pie en la calle con el más mínimo tacón, así que, decidí complacerle en este aspecto y no opuse resistencia…me planté mi zapato plano y me tiré a la calle.

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Allí que nos fuimos los cuatro…música a toda pastilla en el coche, para ir ambientándonos y primera parada, en el 100 Chupitos…ahí fue donde, de primeras, me topé con la cruda realidad y me dije; “¡¡madre mía!! pero yo vivo en esta ciudad?? ¡¡Si no conozco a nadie!!”… Claro Lucía, a quién vas a conocer?!?! Si los que están aquí, biológicamente, podrían ser tus hijos!!! (aquí me encantaría poner un emoticono del monito tapándose los ojos) Si, cientos de chavalines me rodeaban, y yo pensaba de mi misma, lo mismo que pensaba con esa edad, cuando veía a alguien que superaba los 25… “¿qué hará aquí, esta pureta?”… bueno, volví a luchar contra mis pensamientos, y como me siento una yogurina, me mimeticé con la “juventud” y me dispuse a pedir un chupito, entre un listado de 100, cuyo cartel se parecía más al de un Burguer…por lo que mi tendencia natural fue la de pedir una completa con queso…pero bueno, con la coña, fuimos diciendo números aleatorios y que cayera el que cayera…tuve suerte, no estaba malo.

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Cuando la chupitería se dispuso a cerrar, nos trasladamos a la segunda parada, un bar de copas, que debajo tiene una discoteca…ideal para no moverse más. Y allí fue el remate de los tomates, al entrar en la primera zona, es decir, en el bar de copas, vimos gente de nuestra edad, y varios que la superaban con creces, y cuya forma de bailar era sumamente “divertida”, pero claro, tras los primero bailoteos, te paras a pensar… “¡¡Dios!!! ¿¿Estaré yo bailando así de “divertido”??…¿¿será esto lo que ven en mi, los yogurines que andan por aquí?? Buff…madre mía, que deterioro”…pero en fin, ya sabéis, con la música, las luces y la maravillosa sensación de estar con amigos, tienes el cuerpo como dopado, y continuas con la marcha incluso acentuando esa manera de bailar tan… “DIVERTIDA”.

Seguimos con la noche, bajamos a la discoteca, y después de… horas bailando como una loca, mientras los decibelios de la música mantenían anestesiado mi cuerpo, fotos sacando morritos, éxtasis total cuando pusieron una canción de las Spice Girls (ya ni te cuento si llegan a poner alguna de Grease), despegarme de vez en cuando los cristales de la suela de los zapatos, convertirme en pelota de pinball cuando intenté ir al baño, hacer malabarismos para hacer pipi, sin morir ahogada en la piscina en la que se había convertido el aseo (que luego los hombres nos preguntáis porque vamos juntas al baño, es obvio) cortarle el rollo al borrachín descarriado de su rebaño y recibir algún que otro remojón de alcohol, de los que ya no saben ni aguantar la copa…. decidimos que ya era hora de irnos…

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Al llegar a casa, y meterme en el baño para ponerme el anhelado pijama y lavarme la cara, me miré en el espejo y me dije… “madre mía Lucía, ¿¿de verdad has estado con esta cara en público???” me froté bien los churretes que tenía por ojos y me fui a la cama, eso sí, con un pitido perenne en los oídos, que me hacía pensar que me había quedado sorda.

Y ahora viene la madre del cordero…LA MAÑANA SIGUIENTE…bueno, más bien EL DIA SIGUIENTE!! Me levanté como una babosa, arrastrándome por el pasillo, con un dolor de cabeza que me impedía abrir los ojos y el corazón a punto de reventar, porque el pobrecito mío no daba abasto, para intentar nutrir a todo un cuerpo hecho mistos…me lancé de cabeza al sofá y le dije al Rubio… “nene, no salgo más”.

Hoy es domingo, y creo que todavía no me he recuperado. Mi cuerpo ya no gestiona bien los cambios en los ciclos circadianos, y estoy hecha un trapo, por lo tanto pienso…tengo que incluir algo de marcha, cambios, innovaciones, variaciones, diversidades o novedades en mi día a día…no puedo dejar que mi cuerpo se acomode, en las inamovibles rutinas que llevo.

Esta vez, ha sido una noche de marcha, pero puedo aseguraros, que un día de barbacoa, me produce prácticamente el mismo agotamiento…por lo tanto:

a. Tengo que volver a practicar deporte, más que nada, para que no me duelan las caderas como me duelen ahora mismo.
b. Rutinas sí, pero en su justa medida…para evitar así que cualquier cambio, se convierta en un trastorno.
c. Salir a quemar la noche de vez en cuando…para no perder mi “súper estilo” bailando y conocer los bares de mi ciudad…que es de vergüenza, cuando nombran uno y yo no sé ni que existe.

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Y ahora ¡por Dios!, decidme que no soy la única que prefiere las cervecitas al mediodía, antes que los planes nocturnos… las cenitas en casa con charlas interminables en la sobremesa, antes que los empujones y cubatas de garrafón…quedar para desayunar, antes que hacerlo sin haberme acostado… madre mía, leyendo esto creo que lo que me pasa, es que me estoy haciendo mayor…que desastre…pero bueno, tengo que decir en mi favor, que me lo pasé pipa, en el concierto de David Guetta en Ibiza, el verano pasado, que no se diga!!

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2 Comentarios

  • Responder Montse 27 enero, 2016 a 10:26

    Que buen partido les sacas a tus rutinas! a mí me está costando ponerme con este reto. Y tienes razón, hay que salir un poquitín más aunque también prefiero las cenas con larga sobremesa que los empujones en el pub, ja ja ja

  • Responder Yolanda 27 enero, 2016 a 11:03

    Qué bueno!! A mí me pasa parecido… cuando salgo lo paso en grande, y además lo cojo con muchas ganas, pero al día siguiente estoy para el arrastre, y si bebo algo, la resaca me dura 2 días!
    En fín, que hay que ponerse en marcha y salir más (fiesta, excursión, quedada, lo que sea!)

    Besines

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